INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Valencia acoge estos días la XVI Conferencia Europea de Inteligencia Artificial (ECAI), el encuentro científico más importante de cuantos se celebran en el viejo continente dedicado al futuro de los sistemas informáticos y robóticos. Entre sus más de quinientos participantes, algunos de los máximos expertos en una materia que, en la frontera misma del conocimiento, tiene como objetivo acercar, hasta donde sea posible, hombres y máquinas. Para ello, es evidente, no basta con tener amplios conocimientos técnicos, sino que resulta igual de necesario conocer cómo funcionan exactamente los mecanismos de comunicación entre humanos.
No se trata sólo de diseñar sistemas expertos, de esos que son capaces de predecir sus propios fallos antes de que se produzcan (con el consiguiente ahorro para industrias y fábricas), sino también de fomentar una auténtica comunicación bidireccional entre los cerebros «naturales», los nuestros, y los «artificiales», los de las máquinas.
Ordenadores capaces de contar historias, incluso de mostrar «sentimientos», o de reaccionar según el estado de ánimo de sus interlocutores humanos... computadoras con «kansei», o lo que es lo mismo, con los recursos necesarios para comprender, a partir de sus gestos faciales y muecas, a las personas que tienen delante... mayordomos virtuales que pueden moverse a la velocidad de la luz en un mundo, el virtual, en el que nosotros somos ciegos, sordos y mudos... y gestionar por nosotros los recursos que las redes telemáticas nos brindan. Inteligencia, sí, pero artificial. Naturalmente artificial.
No se trata sólo de diseñar sistemas expertos, de esos que son capaces de predecir sus propios fallos antes de que se produzcan (con el consiguiente ahorro para industrias y fábricas), sino también de fomentar una auténtica comunicación bidireccional entre los cerebros «naturales», los nuestros, y los «artificiales», los de las máquinas.
Ordenadores capaces de contar historias, incluso de mostrar «sentimientos», o de reaccionar según el estado de ánimo de sus interlocutores humanos... computadoras con «kansei», o lo que es lo mismo, con los recursos necesarios para comprender, a partir de sus gestos faciales y muecas, a las personas que tienen delante... mayordomos virtuales que pueden moverse a la velocidad de la luz en un mundo, el virtual, en el que nosotros somos ciegos, sordos y mudos... y gestionar por nosotros los recursos que las redes telemáticas nos brindan. Inteligencia, sí, pero artificial. Naturalmente artificial.
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